A veces,
estando parado ante una puerta,
cierro mis ojos y te imagino dentro,
sin sombras,
sin forma ni contornos.
A veces,
estando callado ante una espera,
te imagino entera,
como si existieras.
Total, íntegra, completa.
Verdadera.
Y
sólo a veces,
estando quieto ante un momento,
te imagino viva,
mujer, princesa, dueña, señora mía,
reina de mis demencias.
Y es ahí donde muero
sin reconocerte entre los muertos.
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