Caigo en la tentación de lo ilusorio.
Pero tan pronto como me veo seducido, me doy cuenta del engaño.Entonces la mentira me da la espalda, diciéndose a sí misma:
"Este no nos sirve, HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA".
Y si del libro de las palabras cayera,
no sería yo un segundo silencio,
confundido con un respiro
que se eleva y vuela libre,
cargando sobre su momento
la campestre tarde de la primavera.
Y si los viejos sueños
afloraran en vientres que no son míos,
en arrullos de cuencos que crean la danza
y llueven esquirlas donde hubo miedo,
¿no sería suficiente
con mirar hacia arriba
sin caer de espaldas?
No. Creo que no.
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