Mi edad no es la edad de mi puerta,
ni la de mi soledad callada
a esquinas de la sobriedad.
Mi edad
se basa en recuerdos de niños crecidos,
de árboles aún de pie,
y de sueños dueños
del amancer.
Mi edad de perro adulto
que aún juega a despertar cachorro,
lleno de cielos nuevos cada mañana,
pasto verdes y tejidos de nubes.
Mi edad es libre de tiempo.
Como mi amor de castillos sin suelos.
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