Salvajes
son los ruidos
que se atreven a despertarme.
Como la madrugada de lluvias
a la que jamás asistí.
Temperamento de genio
que olvidó su chaqueta de luces
dentro de una galera.
Como dios que creó de la nada
la necesidad por algo
que aún no comprendemos
pero aceptamos como ciegos,
como perros,
como muertos.
Salgo a caminar,
y me doy cuenta que no estoy solo,
sino que mis pasos
siempre me acompañan.
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