El desnudo cruel de la memoria
yace absurdo en mi camino.
Oscuro como su silencio,
vacío como en mí el recuerdo.
Templado de asfalto y sol,
cegado de ardiente luz.
Tu cuerpo tan tibio y dormido,
tu cuerpo que nace en mi propia piel.
Y solo sé dormirme en tus manos,
navegando por tus oídos,
cayendo hacia tus ojos cerrados...
Ojos que guardan el secreto de algún sueño
escondido al amanecer.
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