Podríamos hablar de sombras,
de eternas noches
que debí atravesar para llegar aquí.
Podríamos tratar de ver
cómo se siente una estrella fugaz
cuando no pertenece a ninguna parte.
O cuando parte de un origen
dejó ya de ser origen.
Habría que hablar de los que callan,
urge hablar de los que mienten,
de los que ríen mientras otros lloran.
Habría que sentir un poco de tiempo que viene,
que no es todo rosa ni todo fuego.
Es la sombra del futuro que proyectaron
con las armas del presente.
Deberíamos hablar de las risas que no se oyeron
porque no hubo risa la madrugada del 20 de junio,
al caer sobre los hombres
la relampagueante oscuridad
que terminó con sus premisas.
Habría que entendernos,
ustedes, nosotros, los que van y los que venimos.
Saber hacia dónde vamos.
Saber por qué existimos.
Creer para poder hacer
juntos un tiempo mejor,
arrancando de una historia futura
que jamás debió suceder.
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