Me cansé de reír,
de mentir, de aguantar,
de falsear,
de comer, de dormir, de sentir,
y no sentir.
Me cansé de escuchar estupideces,
de leer incoherencias,
de bailar solo, de soñar con imposibles,
de saber la verdad
y gritarla a los cuatro vientos.
Me cansé de ser débil, de ser amable,
condescendiente, de comer, de excretar,
de vivir, y buscar entender.
Me cansé de ser pobre,
de crecer sin subir,
de amar por amar,
de creer y de aceptar.
Me cansé de todo lo conocido
y también de lo por conocer.
Me harté de las cosas vanas
y también de las importantes.
De la madre vida y de la diosa muerte,
del sentimiento de culpa,
y de esperar con la esperanza
de creer que algún día
alguna vez
todo estaría mejor.
Me cansé de mi pasado, de mi errores,
de mis repetidas experiencias,
de mis ganas abandonadas
y de mi turbias manipulencias.
Simplemente miro el vacío,
sintiendo un agudo dolor
que me recuerda una vida de trapo.
Simplemente secciono mis años
con la lluvia magra del sol
gritando con energías paganas,
saludando al final,
que en verdad es un principio...
pero no sé para quién.
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