No te reconozco en tu mirada,
ni en tu piel cansada
ni en tus pasos de lana.
No te miro con mi risa de esfinge,
ni busco temblar en tu despertar.
No me callo cuando debo callar.
Y eso
me hace vulnerable a tu juicio escrito
que me hace poeta
en lugar de persona
y hombre
para que puedas amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario