Te dejé donde te hallé,
pues creo que allí perteneces.
No te herí al deshojar tus labios,
ni te hice llorar
cuando pronuncié tu nombre.
Poeta de versos viejos,
cantando al eco de su silencio,
como trémulo trino
que se adormece en mis frías manos.
Caminando por un suelo
que solo yo veo,
me dirijo tranquilo
a mi propio inicio.
Perdón
por haberte enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario